martes, 2 de septiembre de 2008

Amanece

Amanece, me despierto, un día más. Como, hablo, pienso, río. Obligaciones, conversaciones, música. Leo, miro, bailo, escucho, camino, salgo. Un instante, unos segundos, incluso minutos: me voy, no estoy. ¿Adónde? Adonde sea, no importa. No estoy aquí. De repente el tiempo se para, no existe. Ya no escucho, ni hablo, ni estudio. Te veo, te siento, estás conmigo. Me dejo llevar. Vuelvo, al mundo real. Imaginaciones, nada existió. ¿Nada? ¿Qué hay de mi mundo? Me llaman, quedo, paseo. Me preocupo, disfruto, aprendo, me enfado. Quiero irme otra vez. No se qué lugar prefiero. Ambos. Quiero que uno sea el otro y el otro uno. No puedo elegir, no quiero. Quiero olvidarte. No, no quiero, no puedo. ¿O si? Quien sabe.

“Lo que menos odio es la parte mecánica, rutinaria, de mi trabajo: el volver a pasar un asiento que ya redacté miles de veces, el efectuar un balance de saldos y encontrar que todo está en orden, que no hay diferencias que buscar. Ese tipo de labores no me cansa, porque me permite pensar en otras cosas y hasta (¿Por qué no decírmelo a mi mismo?) también soñar. Es como si me dividiera en dos entes dispares, contradictorios, independientes, uno que sabe de memoria su trabajo, que domina al máximo sus variantes y recovecos, que está seguro siempre de dónde pisa, y otro soñador y febril, frustradamente apasionado, un tipo triste que, sin embargo, tuvo, tiene y tendrá vocación de alegría, un distraído a quien no le importa por donde corre la pluma ni qué cosas escribe la tinta azul que a los ocho meses quedará negra”.

miércoles, 27 de agosto de 2008

La Democracia

Según el diccionario de la Real Academia española, la democracia se define como una doctrina favorable a la intervención del pueblo en el gobierno o, lo que es lo mismo, el predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado. Al hablar de democracia, nos vienen a la cabeza términos ideológica y políticamente relacionados, como soberanía nacional, sufragio universal y libertad, palabras que, nos cansamos de estudiar en los libros de texto, y que siguen significando tanto hoy en día en los países “democráticos”. La pregunta es: ¿qué países merecen ser calificados de esta manera? Todos aquellos en los que el pueblo elige a su gobernante y en los que su constitución así lo establece, o además, aquellos en los que existe verdadera libertad y conciencia de a quién se vota, aquellos en los que los medios de comunicación, a pesar de inclinarse por una postura u otra, se expresan libremente; en los que existe oposición, en los que las críticas obligan a mejorar, en los que la gente no solamente mira sus intereses o busca desesperadamente salir de la situación en la que está.

A día de hoy más del 60 % de los países del mundo están considerados democráticos; pero, ¿Cuántos lo son realmente? ¿Se puede decir que un gobierno es elegido libremente por el pueblo cuando mitad de él está sumido en la pobreza y no tiene acceso a la educación? Un pueblo que, influido muchas veces, busca la solución más rápida y el poder comer al día siguiente. ¿Es democrático un gobierno sin oposición, un gobierno que, después de haber sido elegido “libremente”, anula ciertas libertades, intenta apoderarse de los medios de comunicación (gracias a los cuales sabemos la realidad, podemos opinar, juzgar, criticar) y hasta llega al extremo de hacerse con el poder legislativo o judicial? ¿No se supone que son 3 poderes separados o empezaron a serlo desde la revolución americana o desde los tiempos de Montesquieu? Marx dijo una vez algo así como: “Si en esto se ha convertido el marxismo, yo no me considero marxista”. Por tanto si a esto se le llama democracia, deberíamos replantearnos el significado de esta palabra.

Si, Latinoamérica es un ejemplo de los países que deberían replantearse la palabra democracia: todos ellos son repúblicas, prácticamente todos independientes desde el Siglo XIX, y no estarán bajo el poder absoluto de ningún rey ni dictador, ni siquiera le pagarán a la Iglesia ni mantendrán a las familias reales, pero están gobernados por presidentes (sí presidentes electos) que intentan hacerse igualmente con el poder y la riqueza y que se esconden en una manta de hipocresía defendiendo lemas antiimperialistas a la vez que día a día parece que su figura va creciendo, que abarca más y más.

Me gustaría poder decir que vivimos en un mundo democrático, que Latinoamérica sea democrática, pero con todas las letras.